¡O lo que es peor! ¡Ya puedes estar somatizando!
No duermes lo que tu cuerpo y tu mente necesitan, no regocijas tu alma, no reparas y te estancas.
¿Te abandonas o luchas?
¿Te conformas o aceptas?
¿Cómo son tus pensamientos? ¿Y tu higiene emocional?
¿Te falta energía? ¿vitalidad? ¿Todo te cuesta un gran esfuerzo? ¿Sientes que la vida es dura de roer?
El cortisol se propaga por tu cuerpo. ¿Aumentas de peso? ¿Desarreglos hormonales? ¿Estás reactivo? ¿Hipersensible? ¿Bajan tus defensas?
Esperable, tu sistema inmune se ha quedado sin defensas, padeces inflamaciones, te has acidificado, hasta en el mismísimo humor, y eres vulnerable a patógenos… bacterias, virus, hongos y parásitos.
Y a que tus médicos no encuentran respuestas al caos que te mueve por dentro y que proyectas fuera de ti…
¿Te enfermas a menudo y por más tiempo?
¿Sufres depresiones? ¿No puedes controlar tus estados de ansiedad?
No, no son buenas aliadas. Porque cuando la SALUD deja de ser tu estado presente por naturaleza, ¡TODO SE TORNA AÚN MÁS TERRIBLE!